Escrito por Alan Woods
Miércoles 05 de Marzo de 2014
Es a
menudo el destino de los dirigentes revolucionarios el que, después de
muertos, aquellos que los habían atacado y vilipendiado en vida,
empiecen a alabarlos, al mismo tiempo que distorsionan y diluyen sus
ideas, convirtiéndolas en algo inofensivo, del mismo modo que se
neutraliza a un animal molesto.
Cuando
murió Carlos Marx, algunos de los que afirmaban ser seguidores suyos
empezaron a interpretar sus ideas de tal modo que las vaciaban de todo
contenido revolucionario. Gente como Bernstein y Kautsky se presentaban
como los "verdaderos discípulos" de Marx mientras impulsaban el
revisionismo reformista, bajo un disfraz de "ideas nuevas".
Y es que a
estos siempre les gusta hacer como que defienden "ideas nuevas", frente
a las "viejas ideas" del socialismo revolucionario. Este fue el caso
incluso en nuestros días con Heinz Dieterich, quien afirmaba haber
inventado una teoría completamente nueva y original del "socialismo del
siglo XXI".
En la conocida historia de Las mil y una noches,
el malvado brujo va por ahí gritando "¡cambio lámparas viejas por
nuevas!" La esposa de Aladino tontamente le entrega la gastada pero
valiosa lámpara vieja a cambio de una nueva que no sirve para nada.
Ocurre lo mismo con las supuestamente "nuevas" versiones del socialismo,
que, mirándolas más de cerca, no son nuevas en absoluto, sino una mala
imitación de las ideas anticuadas de Proudhon y de los viejos
socialistas utópicos, que Marx había demolido hace 150 años.
Lenin
nunca pretendió haber establecido una doctrina "nueva y original". Por
el contrario, pasó toda su vida defendiendo las "viejas ideas" de Marx y
Engels contra los revisionistas. Sin embargo, tras la muerte de Lenin,
Stalin y sus partidarios revisaron las ideas de Lenin para justificar la
usurpación del poder por parte de una casta burocrática en la Unión
Soviética.
Stalin mandó embalsamar el cadáver de Lenin y lo metió, como si de una reliquia religiosa se tratara, en un mausoleo, algo de lo que la viuda de Lenin, Krupskaya, se quejó amargamente: "Vladimir Ilich luchó contra los iconos toda su vida y ahora lo han convertido en un icono."
Stalin mandó embalsamar el cadáver de Lenin y lo metió, como si de una reliquia religiosa se tratara, en un mausoleo, algo de lo que la viuda de Lenin, Krupskaya, se quejó amargamente: "Vladimir Ilich luchó contra los iconos toda su vida y ahora lo han convertido en un icono."
¿Cuál será
el destino de Hugo Chávez? ¿Serán sus ideas enterradas con él? Aquellos
que ahora dan discursos halagadores sobre Chávez, ¿defienden realmente
sus ideas y las ponen en práctica? Esta es la pregunta que todo
partidario sincero de la Revolución Bolivariana se está haciendo hoy.
La amenaza de la contrarrevolución
Una cosa
le queda clara a todos: dieciséis años después de su inicio, la
Revolución Bolivariana está en peligro. Las fuerzas
contrarrevolucionarias están en las calles, causando disturbios y
sembrando el caos, tal y como ya hicieron en 2002. Detrás de las hordas
de pequeños burgueses enfurecidos, los "sifrinos" (jóvenes de clase
media y alta) y la chusma lumpenproletaria, la oligarquía está tirando
de los hilos. Y detrás de la oligarquía se encuentra Washington. A
través de la acción directa de los matones armados y las bandas
fascistas en las calles, la burguesía está intentando derrocar al
gobierno elegido democráticamente. Esa es una de las puntas de la
ofensiva capitalista.
La
burguesía está tratando de derrocar al gobierno electo. Por otro lado,
intenta paralizar la vida económica del país mediante el sabotaje,
socavando la economía por medio de una huelga de capital. Llevan a cabo
un saqueo a través de la especulación y la usura, provocando la escasez
por medio del acaparamiento.
Aunque
siempre hablan de democracia, no están dispuestos a someterse a la
voluntad de la mayoría y nunca se reconciliarán con un gobierno que
lleva a cabo políticas en interés del pueblo. Si no hemos aprendido esta
lección en dieciséis años, nunca la aprenderemos. Es hora de terminar
el trabajo de una vez por todas.
Ante la
amenaza abierta de la contrarrevolución, el presidente Maduro ha hecho
un llamamiento a la clase trabajadora a unirse y movilizarse en defensa
de la Revolución. Le ha pedido que "fortalezcan las milicias obreras" y
está apoyando la creación de comités de lucha contra el golpe de Estado.
Tales medidas son absolutamente correctas y necesarias. Sin embargo
también hay que preguntarse: ¿cómo es posible que, después de todos los
avances de la Revolución, ésta todavía esté en peligro? ¿Por qué,
después de tanto tiempo, la Revolución aún no se ha vuelto irreversible?
Los
reformistas argumentan que el problema es que la revolución ha ido
demasiado lejos, que es necesario hacer concesiones a la "oposición
civilizada" y ganar el apoyo de las clases medias. No hace mucho, la
propia dirección bolivariana estaba apelando a “la paz y el amor".
Estaba tratando de ganarse el afecto de la oposición, como alguien que
trata de apaciguar a un perro haciéndole cosquillas en la barriga. Por
desgracia, este perro en particular tiene los dientes muy afilados y tiene mal genio.
Los
antiguos romanos solían decir: "Si pacem vis, para bellum" – “Si deseas
la paz, prepárate para la guerra". ¡Ese es un buen consejo! La guerra
entre las clases es aún más despiadada que la guerra entre las naciones.
El abismo entre ricos y pobres, entre opresores y oprimidos,
explotadores y explotados no puede ser superado por medio de palabras y
discursos agradables. Sólo puede ser resuelto mediante la lucha, y ¡mal
asunto para los perdedores!
Este hecho
es evidente para todos. Sin embargo, no hay peor ciego que el que no
quiere ver. Y no hay peores ciegos que los reformistas que se consideran
realistas, pero que en realidad son utópicos de la peor clase. Un día
hacen llamamientos a las masas a movilizarse en defensa de la
Revolución, y al día siguiente el gobierno hace, una vez más,
llamamientos a la conciliación con sus enemigos, ofreciéndoles
concesiones en materia de acceso a las divisas y cosas así.
¿Funciona
esta táctica "inteligente"? ¿Ha funcionado alguna vez? ¡No, no ha
funcionado nunca! Por el contrario, toda la historia de la Revolución
Bolivariana desde 2002 demuestra más allá de toda duda que todos los
intentos de apaciguar a la oposición a través de concesiones y mediante
el diálogo tienen precisamente el resultado contrario al que se
pretendía. Los contrarrevolucionarios interpretan esto como un signo de
debilidad y la debilidad invita a la agresión.
¿Qué pasó
con los organizadores del golpe de Estado de 2002 y del sabotaje de
2003? A la mayoría de los líderes de la oposición contrarrevolucionaria
se les ha dejado marchar libremente y se encuentran ahora entre los
principales organizadores de la actual ofensiva reaccionaria. Pocas
medidas - o ninguna, se han tomado contra los responsables de la
agitación que terminó con la muerte de al menos once personas después de
la victoria electoral de Maduro el 15 de abril de 2013. Los mensajes
que salen de Miraflores son confusos y contradictorios. Pero la
situación no admite ambigüedad. Se necesita una dirección clara y audaz.
El cáncer de la burocracia
Durante
los años de ascenso de Chávez al poder, sus enemigos lo acusaron de
muchas cosas. Pero nunca nadie trató de acusarlo de corrupción personal.
Cualquiera que lo conociera, incluso un poco, podía ver inmediatamente
que era un hombre completamente incorruptible. Estaba luchando, no para
su enriquecimiento personal, sino por la causa del socialismo.
Hace
algunos años tuve una interesante conversación con el Presidente cuando
él me invitó a acompañarlo en una campaña electoral en la isla de
Margarita. En medio del fervor de la gente, el presidente se volvió
hacia mí y me dijo: "Mira, Alan, a pesar de todas las carencias de la
revolución bolivariana, esta revolución sigue viva".
Eso se
veía claramente en la multitud que rodeaba el coche al grito de "¡Viva
Chávez!". En ese momento la conversación se vio interrumpida por los
gritos y aplausos de las masas, que una vez más rodearon y frenaron el
coche para llegar a presidente Chávez y darle su apoyo, sus besos y
peticiones. Y sin embargo, era obvio que Chávez estaba preocupado por
algunas cosas. Volviéndose hacia mí con un gesto de frustración, dijo:
"¿Ves todo esto?, y todavía no hemos sido capaces de ganar el gobernador
aquí." Y, señalando al candidato William Fariñas, me preguntó: "Alan,
si este hombre fuera elegido, ¿qué debería hacer?". A lo que respondí de
inmediato: "Debería escuchar a la gente, entender su mensaje y llevarlo
a cabo".
"Precisamente",
dijo Chávez, "pero ese es el problema que tenemos. Algunos
gobernadores, después de ser elegidos pierden el contacto con las bases, se rodean de hombres ricos y mujeres lindas y se olvidan del pueblo.
Este es un problema ideológico. Mientras no tengamos gobernadores
ideológicamente preparados, siempre vamos a tener el mismo problema.
Tenemos que ganar la batalla de las ideas. Eres un buen escritor, ¿por
qué no escribes unos folletos que expliquen las ideas del socialismo de
una manera sencilla?, aquí podríamos distribuirlos masivamente".
Yo le
respondí: "Sí, puedo hacer eso, y estoy de acuerdo en que es necesaria
una lucha ideológica en el partido, pero también se necesitan mecanismos
de control desde abajo". En este punto, por primera vez, la voz del
Presidente sonó un poco cansada: "Yo no puedo hacerlo todo", dijo. "Es
absolutamente necesario que la gente participe en este proceso y tome el
control en sus propias manos". Yo escribí en su momento: "Estas son
algunas de las contradicciones de la Revolución que han de resolverse."
Pero un año después de la muerte de Hugo Chávez, los problemas que le
preocupaban profundamente no se han resuelto. Por el contrario, se han
vuelto cada vez más profundos y extendidos.
Mientras
Chávez estaba vivo los burgueses y burócratas tenían que mantener la
cabeza baja. Se veían obligados a ocultar su arribismo bajo una camisa
roja. En las reuniones públicas y los congresos del PSUV, aprendieron a
gritar "¡Viva Chávez! ¡Viva la Revolución!" Y siempre gritaban más
fuerte que nadie. Pero estuvieron todo el tiempo trabajando para socavar
a Chávez y a la Revolución. Respetuosos y serviles de cara al
Presidente, susurraban sobre él a sus espaldas: "¿Qué es toda esta
tontería sobre el socialismo? Este hombre no sabe de lo que está
hablando. Él es un utópico sin remedio", etc. Entre bastidores se
libraba una guerra subterránea que se llevaba a cabo contra Chávez y la
izquierda. Los Ministros y activistas de izquierda fueron
sistemáticamente apartados, aislados, neutralizados.
Chávez
siempre sacó su inspiración del contacto con las masas revolucionarias
y, a su vez, las inspiraba de un modo en que ningún otro líder
bolivariano era capaz. Los burócratas que no tienen contacto con las
masas y desconocen sus problemas, aquellos cuya vida entera transcurre
de una oficina con aire acondicionado a otra, temen a las masas como la
peste. Ellos siempre se sintieron incómodos ante las reuniones de Chávez
con las masas e hicieron todo lo que pudieron para limitarlas. Actuaban
como una especie de espeso filtro, impidiendo el acceso al Presidente
de los activistas de base, militantes e izquierdistas.
A lo largo
de su vida, el Presidente estuvo rodeado por un cerco de hierro de
burócratas que saboteaban sistemáticamente sus decretos y obstaculizaban
cualquier acceso de los marxistas e izquierdistas a su persona. Lo he
visto con mis propios ojos, y no ayer, sino hace diez años, cuando
Chávez estaba aún muy vivo. Yo mismo fui víctima de esto durante años y
fui testigo del sabotaje que fue llevado a niveles extremos por la
camarilla que rodeaba a Chávez. Intentaron por todos los medios evitar
mis contactos con él, aunque no siempre tenían éxito. Se me dijo con
toda claridad: "No queremos que usted hable con el Presidente". Mi
experiencia no fue de ningún modo única.
Ahora que
Chávez ya no está, el problema queda resuelto. La gente a la que Chávez
describió como una burocracia contrarrevolucionaria, siente que puede
operar sin restricciones. Se sienten los amos. Esto es algo fatal para
la Revolución. La burocracia es un cáncer que corroe las entrañas de la
Revolución y la devora desde dentro como una tenia monstruosa.
Golpe de Timón
La
oposición de derecha se apodera de todos los problemas y dificultades, y
los exagera para oscurecer el nombre de la Revolución. Naturalmente,
tenemos que refutar las mentiras de la oposición y luchar contra las
intrigas contrarrevolucionarias. El problema surge cuando algunos de los
problemas que la derecha trata de explotar se basan, al menos en cierta
medida – en la realidad.
16 años
después del inicio de la revolución se han logrado grandes avances
sociales. Es absolutamente necesario defender estos logros y combatir a
la contrarrevolución. Pero ¿se puede decir honestamente que 16 años
después, los objetivos de la Revolución se han realizado? Hugo Chávez,
sin duda, no lo creía y nosotros tampoco.
Él no daba
discursos edulcorados destinados a calmar el sistema nervioso de los
burócratas, sino por el contrario, mostraba su descontento y frustración
con la manera en que iban las cosas. Esto se puede ver muy claramente
en su último discurso ante el Consejo de Ministros que se publicó con el
título: Golpe de Timón.
El 20 de
octubre de 2012, a los pocos días de haber ganado las elecciones
presidenciales con el 56 % de los votos, el Presidente Chávez celebró la
primera reunión del gabinete, en la que criticó duramente la falta de
progresos en la revolución y exigió una autocrítica por parte de sus
ministros respecto a sus carencias.
En el
centro de su crítica estaba la idea de que no se había hecho lo
suficiente para promover la gestión democrática de la sociedad mediante
el poder comunal. Con esto quería decir: los órganos democráticos de
control y administración populares. Vale la pena citar sus palabras al
respecto:
"Entonces,
venimos con el tema de la democracia, el socialismo y su esencia
absolutamente democrática, mientras que el capitalismo tiene en su
esencia lo antidemocrático, lo excluyente, la imposición del capital y
de las élites capitalistas.
El
socialismo no, el socialismo libera; el socialismo es democracia y la
democracia es socialismo en lo político, en lo social, en lo económico."
"[Hay] unos factores
que son determinantes en la transición: uno de ellos es la
transformación de la base económica del país para hacerla esencial y
sustancialmente democrática, porque la base económica de un país
capitalista no es democrática, es antidemocrática, es excluyente y de
allí la generación de riqueza y de grandes riquezas para una minoría,
una élite, la gran burguesía, los grandes monopolios, y de allí también
la generación de la pobreza y la miseria para las grandes mayorías."
En ese
discurso, Chávez insistió en la idea central según la cual la sociedad
debe experimentar un cambio fundamental, tanto en las relaciones de
producción como en las estructuras del Estado. Chávez insistió en que el
capitalismo es esclavitud y el socialismo sólo puede establecerse a
través de la abolición radical del capitalismo; es decir, por medio de
una revolución.
Se quejó
amargamente de que las comunas no se habían creado a pesar de que había
un Ministerio de las Comunas. Y el Presidente sacó la conclusión
correcta:
"Porque
mucha gente cree que a ese ministerio es al que le toca las comunas.
Eso es un gravísimo error que estamos cometiendo. No lo cometamos más."
Y añadió: "Bueno,
la comuna, el poder popular, no es desde Miraflores ni es desde la sede
del ministerio tal o cual, desde los que vamos a solucionar los
problemas."
Es un
error fundamental pensar que los soviets se pueden crear mediante
órdenes administrativas, desde arriba, desde los ministerios. Incluso si
los ministros tuviesen algún interés en la creación de soviets (que no
lo tienen, por supuesto), no sabrían ni por dónde empezar. La mentalidad
burocrática de los funcionarios del Estado, con su actitud orgánica de
desprecio hacia la "gente común" hace que no sólo se muestren escépticos
respecto al poder creador de las masas, sino que son activamente
hostiles hacia el mismo.
La idea de la Comuna hace
referencia a la Comuna de París de 1871, el primer ejemplo de un Estado
obrero en el mundo. La Comuna fue un episodio glorioso en la historia de
la clase obrera mundial. Aquí, por primera vez, las masas populares con
los trabajadores a la cabeza, derrocaron al viejo Estado y al menos
comenzaron la tarea de transformar la sociedad. Pese a carecer de un
plan de acción bien establecido, dirección u organización, las masas
mostraron un asombroso grado de coraje, iniciativa y creatividad. Marx y
Engels siguieron los acontecimientos de Francia muy de cerca y se
basaron en dicha experiencia para elaborar su teoría de la "dictadura
del proletariado". Siguiendo sus pasos, Lenin utilizó la Comuna de París
como modelo para el poder obrero en Rusia:
"La Comuna", escribió Lenin, "surgió de forma espontánea. Nadie conscientemente se preparó para ella de una manera organizada. La guerra fracasada con Alemania, las privaciones sufridas durante el asedio, el desempleo entre el proletariado y la ruina de las clases medias bajas, la indignación de las masas contra las clases altas y contra las autoridades que habían mostrado una absoluta incompetencia, la vaga inquietud entre la clase obrera, que estaba muy descontenta y buscaba un sistema social diferente, la composición reaccionaria de la Asamblea Nacional, lo que despertó temores sobre la suerte de la república - todo esto y muchos otros factores se combinaron para impulsar a la población de París a la revolución el 18 de marzo, que de forma inesperada puso el poder en manos de la Guardia Nacional, en manos de la clase obrera y de la pequeña burguesía que se había puesto de su parte." (Lenin, En memoria de la Comuna)
Las masas siempre aprenden de la vida, no de los libros. Por supuesto, es el deber de una tendencia revolucionaria prepararse con antelación, capacitar y educar a los cuadros. Pero estos cuadros deben ser capaces de encontrar un camino hacia las masas. Los burócratas siempre se imaginan a sí mismos como las personas más inteligentes que se colocan por encima de las masas "ignorantes". Ellos ven a los trabajadores como a niños pequeños sólo aptos para recibir órdenes "desde arriba". ¡Qué diferencia con Marx y Engels que, sin idealizar en ningún momento a la Comuna ni cerrar los ojos ante sus confusiones, deficiencias y errores, sin embargo, desde el primer momento comprendieron su verdadero significado!
La posición de Hugo Chávez no
tenía nada en común con la de los burócratas arrogantes. Él entendía que
sin las comunas - es decir, sin la participación consciente de la clase
obrera en la administración de la industria, la sociedad y el Estado,
el socialismo sería una palabra vacía en boca de un funcionario.
A pesar de todos los avances
indudables de los últimos dieciséis años, el Estado en Venezuela sigue
siendo un Estado capitalista que ha sido ungido con un poco de aceite
"socialista". Muchos de los funcionarios fueron recogidos de la vieja
Cuarta República, y de los nuevos, muchos de ellos son carreristas que
prestan servicio de palabra a la Revolución con el fin de conservar sus
puestos de trabajo, pero que pueden cambiar de posición mañana si la
contrarrevolución apareciera teniendo éxito.
La burocracia está actuando como
un caballo de Troya dentro del aparato estatal. Marx dijo que "el ser
social determina la conciencia”. Obviamente, si un funcionario gana
millones de bolívares se comportará como un capitalista ¿Cómo podría ser
abolido este Estado capitalista burocrático y reemplazado por un Estado
bajo el control de los trabajadores, de los campesinos y del pueblo? La
respuesta fue dada por las cuatro condiciones para tal Estado, que
Lenin extrajo de la experiencia de la Comuna de París:
1. Elecciones democráticas y derecho de revocación de todos los funcionarios públicos,
2. Ningún ejército permanente sino el pueblo en armas,
2. Ningún ejército permanente sino el pueblo en armas,
3. Ningún funcionario puede recibir un salario superior al de un trabajador cualificado,
4. Progresivamente, rotación de todas las funciones. Como dijo Lenin: "si todo el mundo es un burócrata nadie es un burócrata".
La Revolución de Octubre de 1917
llevó al poder a un nuevo gobierno revolucionario, que recibió su
autoridad del Congreso de los Soviets. La tarea más urgente a la que se
enfrentaba el gobierno era extender la autoridad del poder soviético -
el dominio de la clase obrera - por toda Rusia. El 5 de enero de 1918,
el gobierno emitió una directiva que declaraba que los soviets locales
fueran a partir de entonces investidos de todos los poderes heredados
por la administración anterior, y ha añadía: "El país entero debe estar
cubierto con una red de nuevos soviets."
En sus orígenes, los soviets - la
forma más democrática y flexible de representación popular que se ha
inventado - eran simplemente un comité de huelga ampliado. Nacido de la
lucha de masas, los soviets (o consejos obreros) asumieron una extensión
muy amplia, y en última instancia, se transformaron en órganos directos
del gobierno revolucionario. Los delegados eran elegidos en cada nivel,
y estaban sujetos a la revocación inmediata. Ningún diputado o
funcionario recibía más que el salario de un trabajador cualificado. No
había élites burocráticas.
Al igual que Chávez, Lenin estaba
ansioso por que las masas se implicaran en la gestión de la industria y
del Estado. En noviembre de 1917, escribió un llamamiento en Pravda:
"¡Camaradas,
trabajadores! Recordad que ahora vosotros mismos estáis a la cabeza del
Estado. Nadie os ayudará si no os unís y tomáis en vuestras manos todos
los asuntos de Estado ... Poneos manos a la obra, comenzad justo desde abajo, no esperéis a nadie". (LCW, vol. 26. P 297.)
En diciembre de 1917, Lenin escribió:
"Una
de las tareas más importantes de hoy en día, si no la más importante, es
el desarrollo de [la] iniciativa independiente de los trabajadores, y
de todos los trabajadores y explotados en general, el desarrollo de la
manera más amplia posible del trabajo de organización creativa. A toda
costa hay que romper el viejo prejuicio absurdo, salvaje, infame y
repugnante que sólo las llamadas clases altas, sólo los ricos, y los que
han pasado por la escuela de los ricos, son capaces de administrar el
Estado y dirigir el desarrollo de la organización de la sociedad
socialista". (LCW, vol. 26. P 409.)
El régimen democrático establecido
por Lenin y Trotsky fue liquidado bajo Stalin y reemplazado por una
caricatura burocrática monstruosa. Por desgracia, no pocos "cuadros" del
PSUV son ellos mismos antiguos estalinistas que fueron maleducados en
la escuela estalinista del "marxismo-leninismo" y nunca han comprendido o
aceptado la idea de Lenin de la democracia obrera. Durante muchos años,
estas personas dieron su apoyo incondicional al régimen burocrático
estalinista, justificando todos sus crímenes. Eso ya era bastante malo.
Pero de la caída de la URSS han sacado la falsa conclusión de que el
socialismo no puede funcionar y han abrazado el capitalismo.
Estos ex "comunistas" se han
convertido en la peor clase de reformistas, mientras que conservan todas
las viejas tendencias burocráticas estalinistas. Después de haber
abandonado por completo la perspectiva del socialismo, no tienen fe
alguna en el potencial creativo de la clase obrera y no confían en su
capacidad para dirigir la industria y la sociedad. Esto es exactamente
lo contrario de lo que Hugo Chávez representaba.
El sabotaje del control obrero
Lejos de alentar cosas como el
control obrero y la autogestión, que es el punto de partida para el
control genuinamente democrático de una sociedad socialista, los
burócratas les han declarado la guerra y han hecho todo lo posible para
sabotearlos y acabar con ellos.
El problema es precisamente que
los burócratas de los ministerios han reprimido y extinguido
sistemáticamente los gérmenes de poder popular y de control obrero en
Guayana, Bolívar y en muchas otras áreas. Esta actitud, que va en contra
de Chávez, que de todo corazón abrazó la idea del control obrero cuando
los propios trabajadores le hicieron la propuesta, ha desalentado a
muchos militantes de base y, por lo tanto, ha debilitado a la Revolución
y simultáneamente fortaleció la mano de la reacción.
Incluso en la elaboración de la
nueva Ley del Trabajo (LOT) la regulación de los consejos de
trabajadores fue dejada fuera por la oposición de la burocracia. En
cualquier caso, la única manera de poner en práctica el control obrero
es desde abajo, a través de la acción directa y de la iniciativa de los
propios trabajadores. Pero aquí se encuentran con la resistencia activa
de la burocracia - incluyendo la burocracia sindical.
La posición de los dirigentes de
la Central Bolivariana Socialista de los Trabajadores (CBST), en
relación a la creación de consejos de trabajadores, es abiertamente
hostil. El presidente de la CBST, Willy Rangel afirmó que el control
obrero en las empresas estatales y en otros centros de trabajo "sólo
servirá para crear más división". Rangel olvida convenientemente que fue
el control obrero lo que salvó a la Revolución en el momento del
sabotaje y del cierre patronal en 2002-3. Y la experiencia ha demostrado
que cuando los trabajadores tienen la oportunidad de dirigir sus
propios centros de trabajo, la productividad se ha incrementado
drásticamente.
Hay en Venezuela un movimiento
vibrante por el control obrero, basándose parcialmente en la experiencia
de las fábricas ocupadas como INAF, Inveval y Gotcha. Pero, en última
instancia, el control obrero sólo puede tener éxito si conduce a un
movimiento más amplio por la expropiación de las principales palancas de
la economía, en particular los bancos y las principales industrias, y
el establecimiento de una economía socialista planificada bajo el
control y la administración democrática de la clase obrera.
El PSUV
En todo el país, la burocracia y
los reformistas, esos supuestos bolivarianos que visten camisetas rojas,
pero en realidad están sirviendo a la causa de la burguesía dentro del
movimiento, están haciendo todo lo que está en su poder para ahogar y
sabotear la iniciativa revolucionaria de las masas, tal como hicieron
todo lo que estaba en su poder para sabotear y bloquear toda iniciativa
revolucionaria del Presidente Chávez cuando estaba vivo.
El presidente Chávez creó el PSUV
para cambiar la sociedad en interés de la mayoría del pueblo venezolano:
los trabajadores, los campesinos, los pobres y los desposeídos. No
tenía intención de que fuera un vehículo para la promoción de
arribistas. Existe un amplio descontento en las bases bolivarianas con
la forma con que el movimiento está controlado desde arriba por los
burócratas, a todos los niveles. El proceso de selección de candidatos
para las elecciones, por ejemplo, ya ha creado serios problemas en
varios lugares, presentándose muchos candidatos revolucionarios
alternativos contra los oficiales.
El presidente Maduro ha hecho
llamamientos a la unidad y a la disciplina. Naturalmente, estamos a
favor de la unidad y de la disciplina, pero éstas sólo pueden ser
garantizadas permitiendo el más completo grado de democracia interna. En
el congreso debe haber una discusión plena y libre de ideas y
diferencias. La dirección del Partido debe ser verdaderamente
representativa de la base. Sólo entonces será posible exigir unidad y
disciplina a los militantes. Pero las perspectivas para el próximo
congreso del PSUV no parecen buenas. Ya se ha anunciado que la mitad de
los delegados serán alcaldes y gobernadores. Las bases están siendo
apartadas a un lado por los carreristas y arribistas. Jorge Martín
escribe:
“Desde
las elecciones presidenciales de abril 2013 una serie de prominentes
periodistas bolivarianos radicales o de izquierdas han sido apartados de
los canales de televisión y radio estatales sin explicación. Hay una
sensación de que se trata de concesiones hechas a los medios de
comunicación de la oposición para que ellos también bajen el tono de sus
críticas al gobierno. Sea cual sea la verdad, el resultado es claro:
las voces críticas del ala izquierda son silenciadas o se les niega el
acceso a un público más amplio. Ninguna de estas concesiones tienen el
efecto de moderar a la oposición, sino por el contrario, puede
desmoralizar a los elementos más activos del movimiento revolucionario".
Mientras se muestra la ternura más
conmovedora hacia funcionarios y oficiales del ejército corruptos, y
similares, la burocracia es implacable en la represión de la izquierda.
El destino de mi amigo Eduardo Samán es un ejemplo muy claro de esto.
Eduardo es conocido por ser un hombre de honestidad e integridad
innegables, un ávido partidario de la revolución socialista bolivariana.
Es respetado y admirado por las masas debido a su fuerte campaña en
contra de la guerra burguesa de sabotaje económico.
Pero esta admiración no es
compartida por la Quinta Columna bolivariana que le odiaba. No por
primera vez, ahora Samán ha vuelto a ser cesado de su cargo y despedido
sin ninguna explicación creíble. Muchos otros activistas honestos han
sido marginados, expulsados o destituidos de sus cargos. Estas
acciones por parte de los reformistas es lo que está minando la
Revolución. Siembran la desilusión y el escepticismo entre las masas, lo
que tiene un efecto devastador en la moral de los activistas chavistas.
Esto es lo que está corroyendo la Revolución desde dentro y preparando
el terreno para nuevas ofensivas de la contrarrevolución.
¡Llevar a cabo el legado de Chávez!
¡Llevar a cabo el legado de Chávez!
Recuerdo muy bien el discurso del
presidente Chávez donde anunció por primera vez que él era socialista.
Recuerdo cómo miles de chavistas con la camisa roja se pusieron de pie
para vitorear y aplaudir. Pero también me di cuenta de que este
entusiasmo salvaje no era compartido por todos los ministros
bolivarianos. Había algunas caras muy sombrías, incluso en el escenario.
No todo el mundo, al parecer, estaba a favor de la agenda socialista
revolucionaria del Presidente.
Desde el mismo principio, el
mensaje socialista revolucionario de Chávez ha sido atacado desde dos
lugares: por los enemigos abiertos de la Revolución y por los enemigos
ocultos dentro de sus filas. Los reformistas nunca se han reconciliado
con la idea del socialismo en Venezuela. Pero toda la historia, y sobre
todo la historia de América Latina, muestra que no se puede hacer una
revolución a medias. La revolución no puede detenerse a mitad de camino,
y si lo hace, le seguirá un desastre.
En esa reunión, cuando Chávez con
decisión se pronunció a favor del socialismo, vertió desprecio sobre
aquellos reformistas que argumentaban que había una "tercera vía" entre
el capitalismo y el socialismo. Admitiendo que una vez había creído en
esta idea, Chávez la rechazó de forma explícita, y la calificó de "una
farsa". "No hay una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo",
dijo. Y él estaba un ciento por ciento en lo correcto.
Una de las principales
contradicciones del reformismo es que hace imposible que la economía
capitalista de mercado funcione, y al mismo tiempo no introduce una
economía socialista planificada. Así que terminamos en el peor de los
mundos. Durante un tiempo, la economía venezolana sobrevivió en base a
las grandes reservas del petróleo. Pero eso no podía durar para siempre.
El hecho de no llevar hasta el final la expropiación de la oligarquía
quiere decir que es imposible planificar las fuerzas productivas.
Es cierto que en Caracas hay un
Ministerio de Planificación. Pero no se puede planificar lo que no se
controla, y no se puede controlar lo que no posee. Dado que los
elementos clave de la economía permanecen en manos privadas, la
burguesía, que siempre ha sido hostil a la Revolución Bolivariana, puede
sabotear la economía declarando una huelga del capital. El dinero ha
estado fluyendo fuera del país, paralizando la inversión productiva. El
gobierno trata de poner fin a esto por medio de controles. Pero esto no
aborda la raíz del problema, que es el hecho de que los capitalistas
privados controlan las áreas clave de la inversión productiva.
Esto representa una seria amenaza
para el futuro de la Revolución. Adinerados funcionarios, alcaldes y
gobernadores, lanzan periódicamente discursos complacientes llenos de
retórica grandilocuente y de optimismo relajante. Al escucharlos, uno
podría pensar que no hay problemas, no hay dificultades, y que todo es
para mejor, en el mejor de los mundos bolivarianos. Pero la gente
corriente piensa diferente.
El rápido aumento de la inflación
(56,3% en tasa anual en enero) muestra que la crisis económica se está
agudizando, al igual que un termómetro indica una temperatura en aumento
y que la enfermedad empeora. Por otro lado, existe una creciente
escasez de algunos productos (un récord del 28% en el índice de escasez
en enero). Estos dos factores están corroyendo el valor de los salarios,
lo que lleva a la caída de los niveles de vida. Esto a su vez está
poniendo una tensión creciente en la paciencia y la lealtad de las
masas. Por otro lado, enfurece la clase media y la empuja a los brazos
de la reacción.
En cada etapa decisiva las masas
han salvado a la Revolución y la han empujado hacia adelante. En 2002,
las masas - la verdadera fuerza motriz de la Revolución - salieron a las
calles para arriesgar sus vidas y salvar a la Revolución, mientras que
los burócratas se quedaron acobardados debajo de sus camas o haciendo
cola para conseguir el primer avión para el extranjero. La Revolución
Bolivariana sobrevivirá, siempre y cuando las masas - la clase obrera,
los campesinos, los pobres urbanos y rurales - le sigan siendo leales.
Pero la fe de las masas en la Revolución ha sido sometida a una dura
prueba, y esto está colocando a la Revolución en un gran peligro.
Las únicas fuerzas que pueden
defender a la Revolución son las masas revolucionarias, y en primer
lugar la clase obrera. Los trabajadores lucharían con mucho mayor vigor y
determinación si estuvieran defendiendo sus propias fábricas bajo
control obrero. Al sabotear los elementos de control obrero, la
burocracia está actuando como un hombre que está serrando la rama de un
árbol sobre la que está sentado. Al final los trabajadores van a decir:
"¿Qué sentido tiene atender estos llamamientos? Hemos oído todo eso
antes. Hablan del socialismo y de la revolución, pero no podemos ver
mucha diferencia entre los jefes bolivarianos y los que teníamos antes".
La única manera efectiva de
defender la revolución es completar sus tareas, mediante la sustitución
del viejo Estado capitalista por uno nuevo revolucionario basado en
consejos obreros y en las comunas, y con la expropiación de los medios
de producción para que la economía pueda ser planificada
democráticamente. Ese sería el mejor homenaje a la lucha a la que Hugo
Chávez dedicó su vida.
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